...Que me perdonen los muertos de mi felicidad.
Tengo un empleo. No gano mucho, pero me siento muy bien y eso es un valor agregado muy importante para mi. Estoy rodeado de tecnología y viejos compañeros de escuela. Aprendiendo mientras retoñan amistades interrumpidas por la universidad, en medio de chistes, mucha paz y CCNA y UNIX.
Tengo un hogar, comprado entre dos. Ella y yo lo vimos salir del suelo, mientras sudabamos lo necesario para merecerlo; y habitarlo. No es grande, pero en él caben nuestros sueños y la luz del sol en las mañanas. Es nuestro cuartel general, donde concebimos nuestros planes de cómo coronar las cumbres más escabrosas.
La tengo a ella, mi pareja, mi amiga, mi baúl de secretos, mi amante, mi enfermera, mi distracción, mi sueño palpable, mi motivación a seguir, mi compañera en las huidas, mi tesoro más preciado en esta tierra. En ella y por ella justifico todos estos teneres, mis anhelos y caprichos. Su presencia es el espectro que espanta mis soledades y tristezas.
Tengo amigos. Muchos amigos. Buenos amigos. Rostros llenos de recuerdos y risas, coprotagonistas de tantos momentos en mi vida. Ellos no vienen, pues nunca se van. No se hacen extrañar, porque siempre están presentes en cuerpo o espíritu. Con ellos comparto todo (menos a ella), celebro las victorias y lamento las derrotas. Ellos tienen sus brazos en mi hombro, yo los mios en los suyos.
Y detrás de todo, entonces está El. El, que siempre estuvo, incluso desde antes de yo estar. Es mi autor, mi "porqué". El es el origen y destino de todo y de todos; de mi, de ella y de ellos. El tiene La Respuesta. Es sentido y dirección, paz y confianza, amigo de entre todos el mejor. Si por ella quiero, por El puedo. Por El soy.
Perdona mi insolencia, si así lo consideras, pero he decidido aceptar la felicidad que El me regala, y disfrutarla. Ya no hay más gris en mi cielo, no lo quiero. Ahora prefiero caminar por la luz y disfrutar de la cálida caricia de la vida; con sus adversidades y mis defectos. Creo que tengo derecho a eso, al menos.
Soy feliz, soy un hombre feliz...
Tengo un hogar, comprado entre dos. Ella y yo lo vimos salir del suelo, mientras sudabamos lo necesario para merecerlo; y habitarlo. No es grande, pero en él caben nuestros sueños y la luz del sol en las mañanas. Es nuestro cuartel general, donde concebimos nuestros planes de cómo coronar las cumbres más escabrosas.
La tengo a ella, mi pareja, mi amiga, mi baúl de secretos, mi amante, mi enfermera, mi distracción, mi sueño palpable, mi motivación a seguir, mi compañera en las huidas, mi tesoro más preciado en esta tierra. En ella y por ella justifico todos estos teneres, mis anhelos y caprichos. Su presencia es el espectro que espanta mis soledades y tristezas.
Tengo amigos. Muchos amigos. Buenos amigos. Rostros llenos de recuerdos y risas, coprotagonistas de tantos momentos en mi vida. Ellos no vienen, pues nunca se van. No se hacen extrañar, porque siempre están presentes en cuerpo o espíritu. Con ellos comparto todo (menos a ella), celebro las victorias y lamento las derrotas. Ellos tienen sus brazos en mi hombro, yo los mios en los suyos.
Y detrás de todo, entonces está El. El, que siempre estuvo, incluso desde antes de yo estar. Es mi autor, mi "porqué". El es el origen y destino de todo y de todos; de mi, de ella y de ellos. El tiene La Respuesta. Es sentido y dirección, paz y confianza, amigo de entre todos el mejor. Si por ella quiero, por El puedo. Por El soy.
Perdona mi insolencia, si así lo consideras, pero he decidido aceptar la felicidad que El me regala, y disfrutarla. Ya no hay más gris en mi cielo, no lo quiero. Ahora prefiero caminar por la luz y disfrutar de la cálida caricia de la vida; con sus adversidades y mis defectos. Creo que tengo derecho a eso, al menos.
Soy feliz, soy un hombre feliz...
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