El Hombre, El Hijo y El Burro

 



Mientras cocino una carne molida para mañana (mitad cerdo, mitad res; el punto del sabor!) , me llega repentinamente esta fábula.

Mi cabeza suele hacer eso. No recuerda cosas útiles en el momento de la urgencia, pero luego, de la nada, me presenta datos, números, fechas, nombres e historias irrelevantes al momento o la urgencia.

Quizás es como diciéndome: "Mira, estamos perdiendo espacio. Vas a hacer algo con ésto? para sino botarlo y guardar ahi algo mas importante...".

Bueno, Tomo XIII de la enciclopedia Temática. Creo que la fábula es de Esopo.

Copiado de esta fuente:

Después de un duro día de trabajo en el campo, regresaban muy cansados hacia su casa un padre, su hijo y un burrito. El hijo montaba sobre el burro y junto a ellos, guiando con la rienda al animal, caminaba el padre.

Llevaban ya un rato andando cuando, por el mismo camino, vieron que se acercaban dos mujeres. Volvían del mercado, en el que habían estado todo el día vendiendo huevos, cargadas con cestas vacías. No apartaban la vista de ellos. Miraban muy enojadas al niño que viajaba a lomos del burro. Al cruzarse con ellas, padre e hijo escucharon cómo una le decía a la otra:

—¡Vergüenza me daría a mí ir sobre el burro, siendo joven y fuerte, mientras veo a mi padre, viejo y cansado, andando! Si es que la juventud de hoy en día no respeta nada. ¡Nuestros padres jamás hubieran consentido algo así!


El hijo, al escuchar el comentario, pensó que las dos mujeres tenían mucha razón y, avergonzado, desmontó del burro y le dijo a su padre:

—Papá, lo que han dicho esas dos mujeres es cierto, así que el resto del camino lo haré a pie y tú monta sobre el burro. Yo soy más joven y el trabajo me cansa menos, así que puedo andar hasta casa.


Agotado después de un largo día de duro trabajo, al padre no le pareció mala idea, así que, sin hacerse de rogar, montó a lomos del burro. El hijo, tomó las riendas del animal y continuó el camino a pie.

Apenas habían andado unos kilómetros, cuando se cruzaron con unos peregrinos. Al pasar por su lado, uno de ellos, miró al padre severamente y comentó en voz alta para que lo escucharan todos:


—¡Vaya padre desnaturalizado! Él a lomos del burro y el pobre chiquillo, tan tierno, tiene que ir caminando. Hombres así no deberían tener hijos ¿¡Y a eso lo llaman ser padre?! Pues yo, a eso, lo llamo abuso de autoridad. ¡Se debería proteger a los niños de padres como este!

Padre e hijo se miraron, y pensaron que los peregrinos estaban en lo cierto, el pobre niño también había trabajo duramente; había estado ayudando a su padre todo el día y ahora estaba cansado. Así, que para tener contento a todo el mundo, padre e hijo decidieron continuar el camino montando los dos a lomos del burro.


Al rato, vieron a los lejos a un hombre que en medio del camino gesticulaba y gritaba y parecía querer decirles algo. Cuando estuvieron cerca un grupo de gente, atraída por los gritos,  había formado un corro y, al pasar junto a ellos, los increparon:

—¡Bárbaros! ¡Desalmados! ¿No os da vergüenza?, ¡Pobre animalito! Hay que ser vago y muy bruto para comportarse de este modo. Vosotros montados sobre el pobre burro, bien cómodos, y el pobre bicho jadeando y con la lengua fuera. Pero si ya no puede ni con su alma, ¡¿cómo va a soportar el peso de los dos?! ¡No hay derecho! ¡Os denunciaremos por crueldad! ¡Deberían quitaros a este pobre burrito!


Padre e hijo, avergonzados ante tal acusación, y recodando que el burro había estado también trabajando todo el santo día tirando del arado, desmontaron, le dieron hierba fresca y agua, lo aligeraron de las cuerdas, y empezaron a andar a pie junto al animal.

Por fin, padre e hijo llegaron hasta su pueblo, andando uno a cada lado del burro y así cruzaron la Plaza Mayor para dirigirse a su casa.


Al pasar junto al Ayuntamiento, oyeron grandes carcajadas procedentes de un grupo de gente que los señalaba con el dedo y se burlaba de ellos diciendo:

—¡Vaya par de tontos! ¿¡A ver si adivináis quién es más burro: ellos o el pollino!?


—No se puede ser más inútil. ¿A quién se le ocurre ir caminando teniendo un burro que puede llevarte cómodamente?

—A este burro le ha tocado el premio gordo, así anda él de ligero y feliz.


Pienso en la gran división cultural de hoy día, en la que un grupo es incapaz de reconocer lo bueno en medio de lo malo en el otro, mientras estos últimos se desdoblan de mil maneras para tratar de ganarse su aprobación, sin entender que no van a lograrlo.

Son como padres frente a niños pequeños, malcriados, que patalean para que les compren toda golosina que su insaciable antojo demande.

No puedo evitar ver sino un poco de narcisismo sociocultural, en el cual el victimario ha visto que manipulando el sentido de culpabilidad puede conseguir lo que quiera.

Mi consejo? Asume tus culpas (LAS TUYAS). Pide perdón, si es necesario, y si puedes resarcir, adelante. Pero no te adueñes de los pecados de tus padres, de tus amigos y hermanos, o de tus compatriotas. No intentes complacer a ese grupo pidiendo perdón y expiando en nombre ellos. No conseguirás nada.

Creo que ellos mismos no saben lo que quieren, ni lo que les conviene. 

Triste.

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