La Bendición

Bendecimos a Dios cuando lo alabamos, cuando lo exaltamos, cuando lo engrandecemos.

Tomo un fragmento del Salmo 34, versos 1-5, pero pudiera ser entero:

Bendeciré al Señor en todo tiempo; su alabanza estará siempre en mi boca. Alabaré al Señor con toda el alma. ¡Escuchen, gente humilde, y alégrense también! ¡Únanse a mí, y reconozcan su grandeza! ¡Exaltemos a una voz su nombre! Busqué al Señor, y él me escuchó, y me libró de todos mis temores. Los que a él acuden irradian alegría; no tienen por qué esconder su rostro.

En el Salmo 103 el justo invita a su alma a bendecir al Señor:

Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.

Y es que solamente un corazón que busca de Dios reconociendo sus pecados, puede elevar GENUINAMENTE esta alabanza, como se lee más adelante:

No nos ha tratado según nuestros pecados, ni nos ha pagado conforme a nuestras iniquidades.  Porque como están de altos los cielos sobre la tierra, así es de grande su misericordia para los que le temen.

No nos trata así, porque es misericordioso con los que buscan cumplir sus mandamientos. Sigue el salmo:

Mas la misericordia del Señor es desde la eternidad hasta la eternidad, para los que le temen,
y su justicia para los hijos de los hijos, para los que guardan su pacto y se acuerdan de sus preceptos para cumplirlos.

En Lucas 1:69 Lo primero que hace Zacarías, esposo de Isabel, prima de María, es bendecir al Señor cuando recupera el habla, maravillado por los milagros vistos con la preñez y nacimiento de su hijo Juan, el Bautista, anunciado a él por el ángel Gabriel. Tomemos nota de que Zacarías era sacerdote.

Al instante le fue abierta su boca y suelta su lengua, y comenzó a hablar dando alabanza a Dios.

Al ver a Jesús(niño, siendo presentado en el templo), el anciano Simeón se regocija, porque él esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo le había revelado que no moriría sin ver al Mesías llegar; Prosdechomai, como se dice en griego. Dice en Lucas 2:27-35 que:

Movido por el Espíritu (Simeón) fue al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron para cumplir por Él el rito de la ley, Simeón tomó al Niño en sus brazos, y bendijo a Dios diciendo:

«Ahora, Señor, permite que Tu siervo se vaya En paz, conforme a Tu palabra; Porque mis ojos han visto Tu salvación 31 La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; Luz de revelación a los gentiles, Y gloria de Tu pueblo Israel».

Y los padres del Niño estaban asombrados de las cosas que de Él se decían. Simeón los bendijo, y dijo a Su madre María: «Este Niño ha sido puesto para caída y levantamiento de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, y una espada traspasará aun tu propia alma, a fin de que sean revelados los pensamientos de muchos corazones».

Pedir la bendición de Dios es pedir que nos conceda su favor; es pedirle que ayude, que proteja, que sane, que prospere, que conceda o que unja (esto último como en el caso de los sacramentos). De allí la Bendición Sacerdotal instruida en Números 6, 24-26:

El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz.

Y es que Dios es selectivo en su bendición. Su rostro no ilumina a todos y a todo. Tiene mucho que ver con la persona o lo que se bendice. Por eso es que la ofrenda de Abel es iluminada por el Rostro de Dios en Génesis 4. 4-7, y no la de Caín.

También Abel, por su parte, trajo de los primogénitos de sus ovejas y de la grosura de los mismos. Y el Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero a Caín y su ofrenda no miró con agrado. Y Caín se enojó mucho y su semblante se demudó. Entonces el Señor dijo a Caín: ¿Por qué estás enojado, y por qué se ha demudado tu semblante? Si haces bien, ¿no serás aceptado? Y si no haces bien, el pecado yace a la puerta y te codicia, pero tú debes dominarlo.

La bendición de Dios desciende sobre aquellos que son como los niños, como advierte en Marcos 10: 15-16:

En verdad os digo: el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en sus brazos, los bendecía, poniendo las manos sobre ellos.

Hay una bendición especial que desciende sobre los esposos, establecida en Génesis 1:28. Esta no es pedida; sino que la da Dios a través de la unión:

Dios creó al hombre a imagen Suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Dios los bendijo y les dijo: «Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Ejerzan dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra».

Melquisedec bendice a Abram (aún no era Abraham), porque derrotó a cinco Reyes, cuando cuatro no pudieron. Uno de ellos era Melquisedec mismo, quien había sido tomado prisionero. Del Génesis 14.19-20:

Bendito sea Abram del Dios Altísimo, Creador del cielo y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo que entregó a tus enemigos en tu mano.

En Genesis 24:60 Rebecca es bendecida por sus parientes cuando se marchaba para casarse con Isaac, de la siguiente forma:

Y bendijeron a Rebeca, diciéndole: “¡Hermana nuestra, crezcas en millares y decenas de millares, y apodérese tu descendencia de la puerta de sus enemigos!”

Previo a esto, en los versículos 54-56, el siervo quien había sido enviado a buscar a Rebecca estaba siendo retrasado, y advirtió que su viaje había sido bendecido por Dios:

 Después comieron y bebieron, él y los hombres que le acompañaban y pasaron la noche. Cuando se levantaron a la mañana, dijo: “Dejadme volver a casa de mi señor.” A lo cual respondieron el hermano de ella y su madre: “Quédese la niña con nosotros algunos días, unos diez; después partirá.” Mas él les contestó: “No me detengáis, ya que Yahvé ha bendecido mi viaje; despedidme para que vaya a mi señor.”

Y en qué consistió esa bendición? Un poco más atrás, versículos 39-40, el siervo explica que Abraham bendijo su expedición:

Yo dije a mi señor: «Tal vez no quiera la mujer venir conmigo». Mas él (Abraham) respondió: «Yahvé, en cuya presencia ando, enviará su ángel contigo, y prosperará tu camino, y así tomarás mujer para mi hijo de mi parentela y de la casa de mi padre.

De hecho, él siervo mismo había pedido la ayuda de Dios para poder hacer exitosa su encomienda. Versículo 12:

y dijo: “Yahvé, Dios de mi señor Abrahán, concede, te ruego, que tenga suerte hoy, y ten misericordia de mi señor Abrahán.

Y luego, la ver la empresa dar su fruto de manera milagrosa, en el versículo 49 el siervo bendecía al Señor:

Entonces se postró el hombre y adoró a Yahvé, y dijo: “Bendito sea Yahvé, el Dios de mi señor Abrahán, que no ha dejado de mostrar su benevolencia y su fidelidad para con mi señor, pues me ha guiado Yahvé en el camino a la casa de los hermanos de mi señor.”

En Genesis 27, del 27 al 29, un Isaac Anciano bendice a Jacob, quien astutamente le roba la bendición a su hermano Esaú. Este acto de Jacob nunca ha sido bien visto. La bendición no era para él, que además previamente había engañado a su hermano “comprándole” la primogenitura, pero observemos en qué consiste la bendición:

Se acercó (Jacob) y lo besó; y cuando (Isaac) sintió la fragancia de sus vestidos, le bendijo diciendo: “Mira, el olor de mi hijo es como el olor de un campo bendecido por Yahvé. ¡Te de Dios del rocío del cielo, y de la grosura de la tierra, y abundancia de trigo y de vino! ¡Sírvante pueblos, y póstrense delante de ti naciones; sé señor de tus hermanos, e inclínense ante ti los hijos de tu madre! ¡Maldito el que te maldiga, y bendito quien te bendiga!”

Jacob a su vez bendijo a Faraón, porque le había hecho bien a él y a sus hijos, poniendo lo mejor de Egipto a su disposición. Eso es en Genesis 47: 5-7.

Y Faraón dijo a José: «Tu padre y tus hermanos han venido a ti. La tierra de Egipto está a tu disposición. En lo mejor de la tierra haz habitar a tu padre y a tus hermanos. Que habiten en la tierra de Gosén, y si sabes que hay hombres capaces entre ellos, ponlos a cargo de mi ganado». José trajo a su padre Jacob y lo presentó a Faraón. Jacob bendijo a Faraón.

En Genesis 48:12-19, Jacob bendice a sus nietos, pero esta bendición es igual de controversial que la suya. Jacob da la bendición principal al menor, no al primogénito. Pero lo importante es ver en qué consiste la bendición.

Entonces José los tomó de las rodillas de Jacob, y se inclinó con su rostro en tierra. José tomó a los dos, a Efraín con la derecha, hacia la izquierda de Israel (Jacob), y a Manasés con la izquierda, hacia la derecha de Israel, y se los acercó. Pero Israel extendió su derecha y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su izquierda sobre la cabeza de Manasés, cruzando a propósito sus manos, aunque Manasés era el primogénito. Israel bendijo a José, y dijo:

«El Dios delante de quien anduvieron mis padres Abraham e Isaac, El Dios que ha sido mi pastor toda mi vida hasta este día, El ángel que me ha rescatado de todo mal, Bendiga a estos muchachos; Y viva en ellos mi nombre, Y el nombre de mis padres Abraham e Isaac; Y crezcan para ser multitud en medio de la tierra».

Cuando José vio que su padre había puesto su mano derecha sobre la cabeza de Efraín, esto le desagradó. Y tomó la mano de su padre para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés. Y José dijo a su padre: «No sea así, padre mío, pues este es el primogénito. Pon tu mano derecha sobre su cabeza».

Pero su padre rehusó y dijo: «Lo sé, hijo mío, lo sé. Él también llegará a ser un pueblo, y él también será grande. Sin embargo, su hermano menor será más grande que él, y su descendencia llegará a ser multitud de naciones». Y los bendijo aquel día, diciendo:

«Por ti bendecirá Israel, diciendo: “Que Dios te haga como Efraín y Manasés”».

 En Genesis 49:28, un Jacob ya anciano y moribundo bendice a cada uno de sus doce hijos de manera individual, luego de dirigir últimas palabras a cada uno, profetizando el destino de sus respectivas descendencias.

 ...Todas estas son las doce tribus de Israel, y esto es lo que les dijo su padre cuando los bendijo. A cada uno lo bendijo con la bendición que le correspondía.

En Éxodo 39: 42-43 Moisés, bendice los artículos sagrados que el pueblo construyó siguiendo las instrucciones dadas por Dios.

Los israelitas hicieron toda la obra conforme a todo lo que el Señor había ordenado a Moisés. Y Moisés examinó toda la obra, y vio que la habían llevado a cabo. Tal como el Señor había ordenado, así la habían hecho. Y Moisés los bendijo.

Luego, en Levítico 9:22-24 Aarón y Moisés bendicen al pueblo, tras concluir una ofrenda de sacrificio por la expiación de los pecados (tal cual somos benditos durante la absloución, luego de confesarnos). La ofrenda le fue agradable a Dios, como la de Abel.

Entonces Aarón alzó sus manos hacia el pueblo y lo bendijo, y después de ofrecer la ofrenda por el pecado, el holocausto y las ofrendas de paz, descendió. Moisés y Aarón entraron en la tienda de reunión, y cuando salieron y bendijeron al pueblo, la gloria del Señor apareció a todo el pueblo. Y salió fuego de la presencia del Señor que consumió el holocausto y los pedazos de grasa sobre el altar. Al verlo, todo el pueblo aclamó y se postró rostro en tierra.

En la actualidad, al pedir la bendición, seguimos pidiendo lo mismo. Cuando decimos que algo es una bendición, o que una persona ha sido bendita con algo, seguimos refiriéndonos a lo mismo.

-       “La bendición, mamá. La bendición, papá…”

-        La bendición que da el sacerdote al salir de misa.

-        Los que piden una bendición cuando van a salir del país.

-        Los que invitan al sacerdote a bendecir una propiedad, un auto.

-        Los que piden una bendición para que Dios les conceda el favor en una competencia, en un examen.

Reconocer su Misericordia porque sus gracias son abundantes, porque es providente. Alabarlo. Exaltarlo. Eso es bendecir a Dios. 

Pedir protección, prosperidad, luz, paz… Eso es lo que entendía por pedir a Dios que me bendiga, o que bendiga algo mío, pero ese algo debe ser de su agrado, como la ofrenda de Abel…

Me suena que Bendecir es Bien-decir. Pedir cosas buenas a Dios para los hombres. Decir cosas buenas de los hombres a Dios, o de Dios a Él mismo. Nunca se bendice lo malo, o para hacer el mal. La bendición no desciende así.

Estoy abierto a la corrección, si me he equivocado.

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